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viernes, 21 de enero de 2011

MI ESCONDITE...este es uno de ellos

¿TODOS TENEMOS UN ESCONDITE?

Si, el mío es la banca de un parque.

En la única película de amor de pareja que ha dirigido Takeshi Kitano, hay una historia preciosa, que me conmueve. Una chica siempre se encontraba a la hora del almuerzo en la banca de un parque para llevarle la comida a su novio, un obrero. Un día él le dice que tiene que marcharse para tener una vida mejor y poder casarse con ella. Entonces, ella promete esperarlo hasta que vuelva. No voy a contar el desenlace por si que no le veo el motivo exacto de hacerlo. Pero lo que más se me quedó en la cabeza es la imagen de esta mujer que espera al bendito novio a la misma hora, día tras día, con el almuerzo sobre su regazo, la mirada fija en lo que pasa a su alrededor y el pensamiento en otro lado. Desde que descubrí el placer de habitar un espacio público, que deja de serlo apenas te sientas en una banquita vacía, no he podido dejar de hacerlo, ahora, casi todos los días siento esa necesidad de  buscar espacios mios de complicidad conmigo misma .

Luego de vivir en una ciudad donde este tipo de espacios callejeros son parte de la vida cotidiana, pensé no volverlos a encontrar, pero lo hice de pura casualidad. Un día estaba triste y sentía que me sofocaba . Decidí dar una vuelta por la calle y me encontré caminando mucho rato . Era casi verano y el pasto estaba mojado. Me senté en una banca - que desde ese momento se volvió mi preferida porque además está en un lugar oscuro , cuando me di cuenta de que me sentía cómoda. Era como haberme convertido en la mujer invisible. Podía estar sola ahí, sin ser molestada ni observada por nadie. El malestar de hacía un momento, había disminuido en ese espacio de contemplación, reflexión y escape en el que se convirtió mi banca desde ese día. A partir de ahí, mi paseo hacia ella se hizo una rutina que me daba calma por las noches. Ese pequeño y privado momento de soledad, que los días, siempre apurados, a veces no te dejan tener.

Si miro hacia el pasado, veo que aquella no fue la única banca importante en mi vida. En otro parque, donde las bancas son de piedra, no de madera, di y me dieron el primer beso, y de manera automática se convirtió en nuestro escondite en ese instante, porque a los doce o trece años no hay muchas posibilidades para estar en otro lugar. Ahí aprendí a besar. Ahí mismo me he encontrado a escondidas con chicos cuando no quería que mi familia supiera que los veía, he contado una vez inconfesables secretos a un amigo, he llorado, he dejado a alguien, me han dejado a mí, he conversado, me he reído, he bebido por primera vez (con mis amigas) , he aspirado mis primeras caladas de tabaco,he caminado por las noches   dándole vueltas a una decisión que cambió mi vida; en otras más lejanas, he despedido a mi mejor amiga antes de no volver a vernos, le he escrito postales a mi familia, he extrañado, he sentido frío, me he parado a descansar,a comer un helado o   a comer un sándwich , he observado a mi alrededor, reflexionado, amado y, también, olvidado.

Han pasado 2 meses desde que me apropié de esta última banca y además, me ha servido para contemplar el amor. He observado al pasar, y sin ningún ánimo de interrumpir o espiar, a todas esas parejas que realmente se aman allí. Los he visto coquetearse, besarse, manosearse, hablarse con cariño, pelearse a gritos, llorar y, una vez que tuve suerte, escuché a dos personas conocerse en la banca de al lado. Sin haberlo planeado, estaba rodeada de relaciones de pareja en sus diferentes etapas. Sin embargo, la fase del enamoramiento siempre ganó por mayoría. Rodeados de enfermeras paseando a ancianos, paseadores de perros, gente que sale a correr, niños en patines y uno que otro ser solitario, los amantes no se hacen bolas. Eso me gusta.

Confieso haber ido y estado siempre sola en mi banca. Una sola vez alguien me acompañó. No fue de casualidad y tampoco hace mucho. Habíamos quedado en encontrarnos. Me senté a esperarlo a las siete en punto de la tarde. A los pocos minutos llegó. Nos miramos de nuevo a la cara y no nos saludamos con palabras, ni besos en la mejilla, ni en ninguna otra parte. Nos abrazamos fuerte y por mucho rato, tanto que los cables de nuestros reproductores de mp3 se entrelazaron, al separarnos se anudaron, y eso nos hizo reír a carcajadas fue una de las ultimas beces que vi a mi hermano.ahora voy me siento y pienzo en alguien muy especial   Al vivir ese momento, chiquito, imperceptible, comprobé que las bancas también están ahí, para comenzar a sentir ganas de amar verdaderamente.

Ahora que quiza nos   vamos   a mudar, me he dado con la sorpresa de que a dos cuadras del departamento que queremos alquilar, hay un parque con un montón de banquitas. Espero encontrar la mía pronto, y quién sabe, compartirla con alguien creo que he dejado banquitas muy mias   en algunos   lugares .

viernes, 14 de enero de 2011

Paraphernalia - Animación




Recordé el mail de hace unos meses donde me decías que saliste a las 2 de la madrugada a caminar porque no podías dormir , 2 de la madrugada!!!! y te encontraste con un ratoncito que no podía subir la vereda, me causo gracia, a veces por querer ayudar solo empeoramos las cosas muy cierto ees un malvado si eres un lobo como esperas que el ratoncito no se asuste?, bueno esta animación  me recordó un poco de ello. Es una animación muy bonita y tiene la ternura que me inspiro lo que me contaste

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